viernes, 16 de septiembre de 2011

Gleb Pavlovsky: “El tándem se ha convertido en un trombo del Estado ruso”

En la primavera de 2012 deberán celebrarse las elecciones presidenciales de Rusia, por primera vez para un mandato de 6 años. A pesar del descenso de popularidad de Rusia Unida, su candidato sigue siendo el futuro presidente más probable de la Federación. Por ello, la cuestión más candente es quién de los dos miembros del “tándem” del poder será: el primer ministro Putin o el actual presidente Medvédev. Por si fuera poco, en medio están las legislativas federales de diciembre. [N.T.]
16.08.2011
Georgy Ilyichov, Andrey Kolesnikov
Traducido por Antonio Airapétov
Fotografía de Anna Artyómyeva
Consultar el original
La cuestión del candidato a la presidencia no podrá ser retrasada hasta diciembre. El plazo para decidir es agosto-septiembre.
Uno de los asesores e ideólogos destacados del poder ruso, presidente del Fondo para una política eficaz, Gleb Pavlovsky fue formalmente apartado de los centros decisorios en abril de este año. Por un solo motivo: desestabilizaba el tándem manifestando la idea de que el candidato a la presidencia debería ser Dmitry Medvédev. Su perspectiva ha cambiado: aún teniendo todavía un pie dentro, ya puede, sin embargo, contemplar el poder que tantos años ha alimentado con ideas y técnicas desde fuera. Parece que con la perspectiva también ha cambiado su valoración de la situación. Lo que le ha hecho especialmente interesante para Nóvaya Gazeta.
Gleb Olégovich, ¿vuelve Putin?
¿Quiere usted terminar de rematar los mercados financieros? ¡Para ellos sería una conmoción! Claro que ahora la probabilidad de un retorno de Putin al Kremlin es 1,5-2 veces más alta que hace medio año. Y él no oculta su deseo. Pero su decisión todavía forma parte del juego, un juego al que él no juega solo. El aparatoso y dependiente del presupuesto público tronco que es Rusia es llevado por las aguas de la recesión global. Putin no teme el riesgo pero tampoco se va a meter en la boca del lobo.
El problema es otro: el país sigue sin saber a día de hoy, en agosto de 2011, la respuesta a una pregunta muy sencilla sobre su futuro más próximo. A la economía le dicen: “Espera”, pero las bolsas no esperan. Conocemos la calificación de crédito de los Estados Unidos pero no conocemos las calificaciones reales de Putin y Medvédev. Ellos comparten entre dos una sola calificación del poder, pero con una tendencia a la baja. O sea, la calificación está cayendo.
¿Porqué? ¿De qué es esta calificación? Es la calificación del aplazado debate sobre lo más importante. Hace un año todo habría sido fácil: dos hombres primeros en el poder, en el apogeo de su gloria, deciden cuál de los dos irá como candidato a la presidencia por la fuerza más popular del país. Pero hoy esa, hace poco poderosa, fuerza no puede con una nimiedad tal como la elección de una posibilidad entre dos. Y yo me planteo: ¿porqué, en realidad, el asunto me parecía tan sencillo?
En primer lugar, porque cualquier candidatura, sin duda sería apoyada por el partido Rusia Unida. Pero hoy en el partido del poder se está produciendo un poltergeist: las personas y las listas vuelan… Ha aparecido un turbulento ente denominado Frente Popular. Un recurrente fantasma ligado a un sólo hombre en el país. Ese hombre se llama Putin. Varias decenas de millones han marchado ya al “Frente” y, mientras, la calificación ha caído en un 5%: ¿no es un maravilla?
En segundo lugar, se esperaba la unidad programática del poder en 2011. Me refiero al programa no propagandístico, el real, en el sentido de qué vamos a hacer los próximos 5-6 años. Independientemente de la identidad del presidente. Parecería, ¿qué problema hay? Si está Medvédev habrá algo más de capital privado, si está Putin, un poco menos. O, mejor dicho, los capitalistas en ese segundo caso tendrán la consideración de “señor ministro”, ¿qué importa, a fin de cuentas?
Pero al día de hoy no existe ningún programa en absoluto y cada uno de los duoviros insiste en las debilidades del otro. De forma que el debate decisivo de los duoviros se convierte en un insustancial y, por tanto, impredecible acto dramatúrgico. Y cuanto más se aplaza, más cuestionable es que pueda resolver el problema en lugar de dar lugar a otros nuevos. Así que Rusia sigue sin abandonar su balsa de aceite: ni en el mercado mundial ni en la dirección del tándem.
Medvédev ha dado brillo al sistema de Putin
— Y si, pese a todo, supusiéramos que Putin vuelve al Kremlin: ¿podría renegar del modelo que ha seguido todos estos años, convirtiéndose, por decirlo de alguna forma, en un Medvédev II, acceder a las reformas liberales? ¿O, por ejemplo, liberar a Jodorkovsky?
Yo pienso que, si Putin vuelve al Kremlin, intentará por todos los medios darle alguna alegría al respetable. Tampoco es tan difícil, en realidad. ¿Liberar a Jodorkovsky y a Platón Lébedev? Como dos ánforas del fondo del mar. Él mismo los encierra y él mismo los libera. Pero a Putin no le sale a cuenta hacerlo ahora mismo facilitando la tarea a Medvédev. Y, de hecho, él no planifica ese tipo de cosas, actúa según las circunstancias.
Ambos candidatos se encuentran estos días en un estado de concentración-irracionalidad. Les mueve un complejo cóctel de miedos, deseos, hábitos y constricciones externas. En este momento, ni Putin ni Medvédev (ni en el más absoluto secreto) podrían describir el sistema que regirá Rusia a partir de 2012. Pero dígame: ¿pueden acaso describir el que rige en actualidad? Por cierto, que quien ha pulido el sistema "putiniano" no ha sido Putin, sino Medvédev, que en tres años, en mi opinión, lo ha dejado brillante.
Pero, y desde el punto de vista de los mecanismos del poder supremo, ¿Putin ahora es más libre en su elección que hace cuatro años cuando tenía que elegir entre Ivanov y Medvédev?
Sí y no. Sí porque, encontrándose en la Casa Blanca, ya no es la fuente de impulso para todo el país. El esclavo ha escapado de la galera. No, porque, al seguir en el centro del sistema creado por él mismo, Putin nunca termina de entender si el sistema le necesita o no.
¿Se refiere a las elecciones presidenciales?
¡Claro! Porque nuestra desgracia no es que tengamos un "Caballero Blanco" en el Kremlin y un "Premier Negro" que se le opone (es el cuadro retratado por Igor Yurguens en su último artículo para Védomosti). El problema está en la calidad y el coste de los escenarios. Tuvimos uno sencillo y lo perdimos: cuando Medvédev se aproximaba a un segundo mandato presidencial, apoyado por Putin y por el partido Rusia Unida. Pero cuando el partido ya se lo había creído y habían comenzado los preparativos, el "premier" dio marcha atrás. Y una vez que el único escenario conservador fue congelado, todos los restantes conllevaban un riesgo.
Surge una pregunta: ¿para qué?
La primera respuesta es, lamentablemente, demasiado simple. Porque lo desea. Además Putin sigue siendo el líder de una clase amplia, una clase "putiniana", si se le puede llamar así. Él les ha traído al poder y no puede abandonarlos a su suerte, para él no es una cuestión utilitarista. No son pocos, no es la “familia” de Yeltsin. Pienso que unos cien mil, una red social de tamaño medio. A causa de ellos Putin experimenta con fuerza la inestabilidad, la inseguridad del futuro. Aunque responsabiliza de ello a Medvédev.
Y aquí surge una idea sencilla: ¿no es mejor volver sobre sus pasos? No está siendo una elección largamente meditada. Y Putin no ha calculado los riesgos de tal elección. Se engaña fácilmente con cuestiones secundarias, como, por ejemplo, los ranking de popularidad. Sí, Putin se sitúa algo por encima de Medvédev. Pero se trata de una evaluación conjunta del poder y por eso significa bien poco, es necesario calcular los riesgos de los diferentes escenarios. Pero en eso no piensan ni el uno, ni el otro.
Y sin embargo casi todos los observadores interesados tienen la impresión de que Putin ya ha cruzado el Rubicón. ¿Usted no está de acuerdo?
— Todavía no. Aunque para todo el mundo es evidente que no es Medvédev quien está posponiendo su postulación. Por tanto, le está frenando Putin. Es decir, todavía hay algo entre ellos que no está hablado y cerrado.
Por cierto que no pienso que Putin tenga un programa opuesto al de Medvédev. Las confusiones, los desacuerdos son más bien de estilo. No están claras las garantías para el ala "putiniana" del establishment, los mecanismos que garantizarían una estabilidad mínima sin la cual las reformas no podrán llegar lejos. Pero tampoco se puede dejar pasar mucho más tiempo. Las indefiniciones son cada vez más y con ellas crece también el riesgo de un enfrentamiento por una mutua falta de confianza.
Yo lo veo así: si no hay una solución fácil y estamos eligiendo entre dos alternativas de crisis, ¿no deberías quedarnos con la más procedimental de las dos? Ya que las demás son aún peores, ¿no deberíamos probar con un mecanismo democrático de reducción de riesgos políticos? Lo más peligroso para el país es un ambiente de juego suma cero, todo o nada. ¿Porqué no probar con una competencia democrática entre ambos candidatos del partido del poder? En la historia mundial, todas las instituciones democráticas han surgido en unas condiciones en que las élites no tenían ninguna otra forma de llegar a un acuerdo.
Un presidente con brecha bajo línea de flotación
— ¿El conflicto entre las élites ya ha alcanzado ese momento?
— La situación es potencialmente muy peligrosa. ¿Usted piensa que nuestra cultura política digerirá fácilmente la humillación de un presidente que abandona el Kremlin de puntillas cediendo su puesto al "premier"? Y si él mismo encima se convierte en "premier" el enroque habrá adquirido carácter de farsa. Y entonces ni todos los propagandistas creativos de Rusia unidos podrán convencer al país de que Medvédev no había sido desde el principio un "presidente acordado". Lo que sería destructivo para la autoridad de Medvédev, para la de Putin y para la propia institución presidencial. No me puedo imaginar a Medvédev en una situación así.
Hoy está visto que ninguno de los participantes del tándem está dispuesto a hacerle el juego al otro -su socio- implicándose plenamente con él. Pero entonces, como última opción, queda el escenario competitivo. Salva la imagen de ambos y hace de nuestra elección una cosa muy seria. Sí, me cuesta creer que Medvédev pueda ganar unas elecciones como esas a Putin. Pero al menos las perdería en calidad de político serio. Permitiendo a aquellos a quienes sirve de referente visibilizarse y reunirse en una coalición. Convirtiendo la confusa seña de la "modernización" en un programa electoral, en una de las posiciones fundamentales del país. Y, por cierto, ello descartaría el revanchista escenario, en boga entre los miembros del aparato de Estado, resumido bajo la consigna "¡Ahora vuelve Putin y os estrangulamos a todos con almohadas!".
Por cierto que un escenario competitivo es la última oportunidad que tendría el partido del poder para volver a atraer sobre sí la atención del país. Conquistando el centro del escenario y convirtiendo el poder en el principal asunto de las elecciones como hace 10 años. Sería un espectáculo apasionante, con él de fondo los demás partidos perderían incidencia.
Claro que también este escenario tiene sus riesgos. Nuestro aparato administrativo se podría comportar de formas diferentes ante la inusual situación de una elección política abierta. Sería necesario un mínimo de estabilidad que debe ser debatido y garantizado. Pero la alternativa es el conflicto. Y Putin, si ello sucede, se convertirá en un presidente con brecha bajo la línea de flotación. En adelante, los riesgos se irán multiplicando, los económicos por los políticos, y Rusia pronto se encontrará en una situación extremadamente complicada. Considerándolo, el escenario competitivo aparece como una solución relativamente sencilla.
— Pero para ello sería necesario que Medvédev tuviera el ánimo suficiente.
— Yo no puedo valorar el estado de ánimo de otros. Si tiene Medvédev ánimo para una segunda presidencia o no es una cosa que debe decidir él. ¿Y, de hecho, cómo puede un político saber con antelación de qué es capaz? Hasta el 8 de agosto de 2008, Dmitry Medvédev no sabía, ni podía haber sabido, que tendría la presencia de ánimo suficiente para entrar en una guerra con Georgia, aliada de hecho de los EE UU. Cuando en Washington, como ahora se ha sabido, realmente se estaba discutiendo un plan de intervención militar para respaldar a Saakashvili. Por cierto, no pienso que el presidente Putin hubiese asumido tal riesgo: tiene otro estilo. Su genio es táctico.
— Partiendo no de un análisis del desarrollo de los acontecimientos, sino de una mera cuestión de calendario, ¿cuándo podría ser adoptada la decisión definitiva sobre el problema-2012? ¿En diciembre?
— Diciembre queda demasiado lejos. Considerando la situación en los mercados financieros, para el invierno el mundo ya tendrá de por sí bastantes distracciones. Un par de caídas bursátiles más y dejará de prestar atención a Rusia por completo. Nos dedicaremos a comerciar con algodón, cáñamo y espiritualidad, ya que no queda más caviar negro (risas).
Los ritmos de nuestra crisis son implacables. Yo no creo que se pueda posponer la decisión allá de septiembre. Aunque sí, también he oído que tienen esas intenciones. Pero no es realista. Ellos mismos no lo podrán soportar. Son personas. Ya no me refiero a la comicidad de una situación en que Rusia Unida tiene que hacerse la sorda cuando se le inquiere por su apuesta presidencial. Es algo globalmente inconveniente para un partido gobernante en plena campaña. Y el "Frente Popular", que lleva ejércitos de fantasmas al socorro de Rusia Unida, ya la ha rebajado hasta el 40%.
— Luego están las escandalosas primarias a las que primero hicieron como que llamaban a los activistas sociales y ahora les apartan de múltiples maneras de las listas electorales.
— Ahora mismo allí se observa un caos de acuerdos. Porque siempre hay algunos acuerdos preelectorales en los partidos. Pero aquí hay un Frente, un "pogromo", y en las regiones se forma una semioposición. Basta con oír las declaraciones de la señora [frase inconclusa en el original - N.T.] Las listas trasladan el descontento que manifiestan en privado "los regionales". He allíí el precio de la apuesta. La altamente arriesgada idea del "Frente Popular" ha creado la amenaza de una seria crisis en mitad de una campaña electoral, por allá en octubre-noviembre. Éste es otro motivo por el cual no se podrá posponer la decisión sobre la candidatura a las presidenciales para diciembre. El plazo para decidir es agosto, entre el Foro de Yaroslavl a comienzos de septiembre y no más tarde del congreso del partido a finales. La única cuestión es cuál será esa decisión. Hace un año bastaba con introducir el apellido-contraseña en el sistema y éste se iniciaba casi automáticamente. Hoy no.
— ¿No habrá sido una participación excesivamente prolongada en el tándem el gran error de Medvédev en su puesto de presidente?
— ¿Qué tiene de especial el tándem? Sólo es una alianza de dos personas. Una alianza política es un acomodo, no un canon. Pero las condiciones de una unión política deben ser precisas.
El tándem garantizó la continuidad, es decir se trataba de un seguro. Pero resultó que el seguro contenía demasiadas condiciones y limitaciones invisibles. Paulatinamente todos los esfuerzos del tándem se fueron dirigiendo a reforzar su propia estabilidad. La sociedad aseguradora resultó ser un mal administrador. Pero además, sabe usted, incluso los barcos mejor asegurados en ocasiones se hunden.
No sólo el sistema de mando del país ya era malo previamente. La creación del tándem condujo a que en la dirección del país surgieran dos equipos del poder nominalmente iguales, sin que ninguno de los dos fuera un equipo de dirección de pleno derecho. En su formación, el criterio que primó fue la seguridad, no la competencia. Más los compromisos, más el deseo de no dejar entrar a unos o, por el contrario, de tener a otros bajo vigilancia. Juntos componen un aceptable plantel, el problema es que nunca llegan a juntarse. Por eso sus líderes gastan su energía en nada. A la espera de "la decisión que se anunciará en su debido momento" el Estado pierde el tiempo. Dicen a la gente fuerte del poder y de los negocios: "¡Esperad un momentito, que aún no hemos decidido cómo vais a vivir!"
Ambos chicos valen mucho: tanto el presidente como el "premier". Pero su tándem se ha convertido en un trombo político para el Estado ruso. De momento sólo un trombo, no una apoplejía.

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